jueves, 19 de abril de 2012

CORREO DE UN ADMIRADOR DE JEREZ

Deseo compartir con todos mis amigos el correo recibido de "Francisco García-Figueras Mateos". En la que dice lo siguiente:

Me llamo Francisco. Tengo 32 años. Nací en Jerez, ciudad donde vivo y donde he aprendido a querer a Cristo y a María. Pertenezco a la hermandad de "La Defensión", con la que, cada Martes Santo, suelo hacer estación de penitencia, acompañando a Nuestros Sagrados Titulares. Esta hermandad reside en la Iglesia Conventual de los Capuchinos; iglesia que usted quizás recuerde por haber acogido durante muchos años (la mayoría bajo su dirección), el tradicional concierto de marchas procesionales del "Soria 9", como aquí y en otros puntos de la geografía española, lo llamamos popular y afectuosamente. Esta Semana Santa ha tenido, en lo personal y en lo colectivo, una serie de connotaciones que la han hecho especial. En lo personal, estoy a seis meses de contraer matrimonio y, debido a que soy una persona muy sensible y de profundas convicciones religiosas, el encuentro con las imágenes en estos días, ha estado marcado por esa carga emocional complementaria de quien pide a Cristo y a María, luz para esta nueva y crucial etapa en mi vida. En lo colectivo, vivimos una situación de crisis económica que, si bien por desgracia no es nueva, si que en los últimos meses se ha hecho aún más severa en Jerez, llegando a adquirir tintes dramáticos, como así queda patente casi a diario en los medios de comunicación de ámbito nacional. Pues bien, en este contexto de tensiones y desórdenes públicos, no eran - mejor dicho - no éramos pocos los que, durante los días previos a la Semana Santa, temíamos que los cortejos procesionales se convirtieran en foco de protestas de talante conflictivo. Con lo cual, había serias posibilidades de que ciertos sectores de la sociedad, empeñados en culpar a la Iglesia de casi todos los males del mundo, malenfocaran la desesperación de muchas personas, en las Hermandades, que en estos días de Pasión, Muerte y Resurección del Señor, hacen pública su fe y se convierten en el testimonio más vivo y palpable de la Iglesia, de manera totalmente pacífica. Más aún teniendo en cuenta que hay un punto muy céntrico en Jerez y de paso habitual de cofradías, donde desde hace tiempo se han levantado campamentos habitados por muchas de esas personas que ya no saben como protestar por su precaria situación y la de sus familias. Afortunadamente, y como escarmiento a los que, prejuzgándolos de antemano, no confiábamos demasiado en el comportamiento de estos colectivos, no sólo no se han registrado incidentes, sino que en algunos momentos, las hermandades, a su paso por estos campamentos, han tenido gestos llenos de humanidad hacia estas personas, que, quizás descreidas de todo a causa de su dramática situación, rompían a llorar, emocionadas y porqué no, algo aliviadas, al paso de estas hermandades y sobre todo, de sus Titulares. Por eso, humildemente y desde la más profunda de las admiraciones, quiero agradecerle a usted, D. Abel, su labor para la Semana Santa, pues no me cabe la menor duda en que es usted el más grande compositor de marchas procesionales que haya conocido la Historia. Últimamente, y por razón de la adversa climatología que se ha registrado durante alguna de las jornadas santas, se habla mucho del patrimonio que las hermandades y cofradías sacan a la calle: un patrimonio material en el que se incluyen imaginería, orfebrería, bordados, cerería, exornos florales, etc y un patrimonio humano, formado por las personas que integran los cortejos de las hermandades y cofradías. Pero junto a este inmenso patrimonio, material y humano, existe otro patrimonio inmaterial, indisoluble, en la mayoría de los casos, a los dos primeros. Y dentro de ese patrimonio inmaterial ocupa un lugar preferente la Música, que si universalmente y en sus diferentes géneros y formas, configura la banda sonora de la vida de los hombres; en lo que se refiere a la Semana Santa, las marchas procesionales confieren a los cortejos y en especial a los pasos de los Sagrados Titulares, un componente esencial de armonía, solemnidad y misticismo. De esta forma, la música es propiciadora y desencadenante clave de los más íntimos y emocionados encuentros entre el público y las distintas advocaciones de las imágenes procesionales. Escucho marchas no solo en Cuaresma y Semana Santa, sino durante todo el año, sobre todo las composiciones para bandas de música, que son las que más me gustan. Observo en los últimos años que en Jerez hay una tendencia a interpretar sobre todo marchas nuevas. Desconozco si ocurre lo mismo en Sevilla o en otros lugares, aunque de cualquier forma estimo, desde mi humilde punto de vista, que muy pocas de estas marchas pueden igualarse a marchas clásicas como "Pasan los Campanilleros", "Amarguras" o "Estrella Sublime" o a composiciones de usted como "La Madrugá", "Hermanos Costaleros", "Macarena", "Virgen de los Estudiantes", "Inmaculada, Madre y Patrona" o "Cristo de la Defensión". En mi adolescencia, escuchaba marchas interpretadas por agrupaciones musicales y bandas de cornetas, ya que en aquellos años, solía seguir con mucho entusiasmo el andar de algunos pasos de misterio, que acompañados por estas agrupaciones y bandas, ofrecían auténticos espectáculos llenos de ritmo y movimiento en las calles de Jerez. Hasta que llegó el momento en que me percaté que aquello no dejaba de ser precisamente eso, un espectáculo, y que como creyente, las formas debían estar acompañadas del verdadero encuentro con Cristo. A partir de ese momento y hasta hoy, suelo disfrutar de las marchas de palio, que me regalan unos instantes más íntimos y cercanos con la Madre de Dios, teniendo en cuenta que pocas conjunciones hay en el mundo más armónicas que un paso de palio caminando a los sones de una buena marcha. Cada Semana Santa nos deja varios momentos grabados en la memoria y en el corazón. El que guardo con más emoción se repite cada Martes Santo, cuando vestido con mi túnica y poco antes de comenzar a cargar con mi cruz de penitencia, la abrazo entre mis manos, y se me saltan las lágrimas, contemplando la salida del paso de misterio del Cristo de la Defensión a los sones de la marcha que usted compuso para Él. Subjetivamente, esta composición forma parte, sin lugar a dudas y hasta el fin de mis días, en la banda sonora de mi vida. Objetivamente, "Cristo de la Defensión" es un verdadero tesoro para Jerez, musicalmente hablando. Y es que creo que junto a "Coronación de Espinas" de Moises Davia y "Cristo de la Expiración" de Germán Alvarez Beigbeder, "Cristo de la Defensión" es la mejor marcha procesional que se haya compuesto para nuestra Semana Santa. Si antes le comenté que en los últimos años, la tendencia entre las bandas es interpetar marchas nuevas, si que en los casos de "La Madrugá" o "Cristo de la Defensión", muchas hermandades de corte serio solicitan a las bandas de música que las acompañan, la interpretación de las mismas en varias partes de su estación de penitencia, dada la categoría y solemnidad de estas piezas. Por otra parte y refiriéndonos a marchas más alegres, su composición "Encarnación Coronada" se ha convertido de unos seis u ocho años hasta nuestros días, en pieza de obligada interpretación en las salidas y/o recogías de hermandades de barrio (La Virgen del Valle en San Telmo, el Desconsuelo en San Mateo y sobre todo, la Esperanda de la Yedra en el jerezanísimo barrio de San Miguel) provocando el júbilo y la algarabía de un público que no duda en unir su voz a la de los componentes de la banda y cantar "Dios te salve, María...". Ya me despido, D. Abel. En 1996, se anunciaba en la prensa local el tradicional concierto del "Soria 9", informando que sería el último año que vendría usted como Director de tan magnífica banda. Yo, consciente de que aquel sería un concierto histórico, hice tres cosas: recortar todos los artículos aparecidos en prensa referidos a dicho concierto, al Soria 9 y a su persona; asistir por supuesto a tan señalado concierto y, al final del mismo, bajar rápidamente las escaleras del lugar desde el que lo presencié y pedirle a usted que me firmara un autógrafo en la portada del programa de mano que la hermandad de "La Defensión" elaboró para dicho concierto, algo a lo que usted accedió amablemente. Lo recuerdo perfectamente: se le veía cansado, pero sobre todo, muy emocionado, pues eran muchos años viniendo a Jerez. De nuevo y con toda mi admiración, MUCHAS GRACIAS. Por todo lo que ha dado y sigue dando usted al patrimonio musical de la Semana Santa y al patrimonio emocional de tantas y tantas personas. Esperamos poder tenerle pronto de nuevo aqui en Jerez, donde le admiramos y le recordamos especialmente, sobre todo cuando por Capuchinos suena "Cristo de la Defensión".
Un fuerte abrazo
Francisco García-Figueras Mateos

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